En noviembre de 1978, en una fría y lluviosa mañana en Puerto Montt, el fotógrafo chileno Luis Navarro captó una escena que, décadas después, sigue generando impacto. Tres niños en situación de calle caminan abrazados por el centro de la ciudad. Ríen, juegan, y levantan botellas como si celebraran algo. Pero lo que beben no es fantasía ni agua: es vino pipeño, un alcohol barato del centro-sur de Chile.
La fotografía, titulada “Niños de Puerto Montt”, fue tomada mientras Navarro cubría para la revista Solidaridad la reunión anual de la Conferencia Episcopal de Chile, realizada entre el 13 y 17 de noviembre de ese año. La imagen, convertida hoy en un ícono del fotoperiodismo social chileno, muestra con ironía y profundidad las heridas de una infancia desprotegida.
A primera vista, la escena parece alegre, casi cinematográfica. Recuerda la famosa imagen de Henri Cartier-Bresson en Rue Mouffetard, París, 1954. Pero, a diferencia de aquella postal europea, los niños de Navarro no están jugando: están borrachos, empapados y en evidente abandono. La risa se transforma en denuncia.
En 2011, la obra fue impresa digitalmente en blanco y negro sobre papel Premium Photo Luster de 260 g (60 × 40 cm) y pasó a formar parte de la Colección del Museo de Arte Contemporáneo (MAC), Facultad de Artes de la Universidad de Chile.
Esta imagen es mucho más que un registro documental. Es una pieza que denuncia los efectos de la desigualdad, la pobreza y el abandono infantil, no solo en Chile, sino en cualquier país marcado por la inequidad. Bajo el régimen militar de Augusto Pinochet, muchas realidades como esta eran invisibilizadas. Luis Navarro logró capturar una verdad incómoda, que sigue vigente.
Hoy, más de cuatro décadas después, "Niños de Puerto Montt" se ha transformado en un testimonio universal. Un llamado a no mirar hacia otro lado cuando la infancia sigue siendo vulnerada. Porque detrás de cada sonrisa en medio del frío, puede haber una historia de abandono que aún espera justicia.